El Futurismo es un movimiento literario y artístico que surge en Milán, Italia, en el primer decenio del S. XX y desde la ciudad lombarda se difundió con rapidez por algunos países de Europa, siendo en París donde se establecerá el otro núcleo de producción futurista. Allí pronto quedará absorbido por el cubismo, al que los futuristas acusarán de ser estático en exceso. Intentaron posteriormente una fusión entre los dos ismos y ese "cubofuturismo" resultante será una fórmula muy extendida por Europa. A comienzos de 1913 el Futurismo está en su esplendor, teniendo incluso su propia revista, "Lacerba". El presentimiento de la Primera Guerra Mundial es saludado con entusiasmo por los futuristas que confían en que una destrucción total permita construir desde cero la nueva cultura occidental.
Este movimiento gira en torno a la figura de Marinetti, quien publica en el periódico parisiense Le Figaro el 20 de Febrero de 1909 el Manifiesto Futurista. Proclama el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasicista orientado al futuro, que responde en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada en las grandes ciudades.
El manifiesto de la pintura futurista firmado el 11 de abril de 1910 por los pintores Russolo, Carrà, Boccioni, Balla o Severini; el arquitecto Sant' Elia, el músico Pratella o el cineasta Ginna, que entre otros, determinan los dogmas del nuevo arte, que consistirá en rebelarse contra los tradicionales conceptos de "armonía" y "buen gusto".
En 1910 ya se puede hablar de un grupo liderado por Marinetti. Trabajarán artistas como los pintores Russolo, Carrá, Boccioni, Balla o Severini.
En Inglaterra, bajo el impulso de Lewis, nacerá el vorticismo. En España tuvo cierta repercusión en la poesía de Salvat-Papasseit.
Tras la Primera Guerra Mundial se puso fin a todos los excesos de la escuela futurista. Sólo Marinetti intentó sobrevivir con las teorías adaptando el futurismo a los ideales de la Italia fascista. En 1929 los últimos supervivientes de la escuela proclamaron el "Manifiesto de la aeropintura", inspirado en las sensaciones del vuelo y en la técnica de la aviación. Pero la nueva tendencia, con su reducido campo de acción, era ya un testimonio de la muerte del futurismo.
El futurismo fue llamado así por su intención de romper absolutamente con el arte del pasado, el llamado pasadismo, especialmente en Italia, donde la tradición artística lo impregnaba todo. Quieren crear un arte nuevo, acorde con la mentalidad moderna. Para ello se toma como modelo las máquinas y sus principales atributos: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento y la deshumanización.
Sus ideas revolucionarias pretendían transformar la vida entera del hombre. La estética futurista difunde también una ética de raíz machista y provocadora, amante del deporte y de la guerra, de la violencia y del peligro. El futurismo fue politizándose cada vez más hasta coincidir con las tesis del fascismo, en cuyo partido ingresó Marinetti en 1919. En su manifiesto hay un punto que dice:
Queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer.
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